Hogaza
De WikiBurgos
Es un aromático y sabroso pan de masa blanda y fermentación muy prolongada, generalmente redondeado, de tamaño bastante grande y aspecto rústico, con resquebrajamientos superficiales y color tostado claro.
El pan de hogaza se prepara desde hace siglos y en el pasado era común su fabricación doméstica, dado que solía haber un horno en el corral de cada casa y el pan se amasaba y horneaba una vez por semana.
La elaboración de la hogaza es artesanal y la fórmula exacta de ingredientes y su proporción continúa siendo un secreto entre los panaderos que la producen. En Burgos suele fabricarse con harina de trigo de media fuerza, agua, sal, masa madre, levadura y mejorador de la panificación. Una vez amasados los ingredientes, se deja reposar y fermentar la masa hasta que alcance el doble de su volumen. Después del corte de las piezas y otro período de reposo, se cuecen aproximadamente una hora a 220º C.
Constituye un alimento muy atrayente por su aspecto y textura, cuyo aroma y sabor evocan sensaciones agradables y placenteras. Contiene muy poca grasa y su consumo en cantidad adecuada no contribuye significativamente al aumento de peso. La hogaza contribuye decisivamente a enriquecer y prestigiar la gastronomía burgalesa y resulta deliciosa cuando acompaña a otros alimentos, particularmente a embutidos y quesos. Una rebanada de hogaza con aceite de oliva y tomate, o con cualquier miel cremosa y aromática de Burgos, despierta nuestros sentidos y forma parte de un desayuno ideal para comenzar el día con buen ánimo. Este tipo de pan constituye la base de tapas burgalesas tan características como las célebres “alpargatas” y es un ingrediente fundamental de nuestra entrañable y exquisita sopa de ajo.
En los aperitivos y meriendas es el acompañamiento ideal de los frutos secos, en particular de las exquisitas nueces burgalesas, tanto desde el punto de vista nutricional, por la perfecta complementación proteica, como desde el punto de vista sensorial, por la equilibrada coordinación de sabores. La hogaza es un pan de excelente conservación, puesto que se mantiene en buenas condiciones hasta seis días después de elaborado. El refranero popular ha inmortalizado este tipo de pan con la frase: «El muerto a la mortaja y el vivo a la hogaza».